"Suena bonito, pero es difícil" y "lo más importante será su traducción a la realidad", sintetizan la reacción de lideresas del campo en Colombia ante la decisión del gobierno de reactivar e inyectar amplios recursos a un fondo especial para proyectos rurales encabezados por mujeres.
El escepticismo tiene raíces profundas en un país con su población rural diezmada por más de cinco décadas de conflicto interno, manejos corruptos de los proyectos para apoyar a los productores agropecuarios y, en el caso de las mujeres, una visión patriarcal del campo que las margina e invisibiliza pese a ser mayoría.
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